Hubo una vez en la que Cristóbal Colón desafió a un duelo a otro explorador. El último, un tipo poco honrado, no dio diez pasos como marcan las reglas, sino dos; entonces se giró y disparó. Desgraciadamente para él, Colón no había dado ni un solo paso.
Desgraciadamente, tengo que levantarme pronto cada mañana.